INVENTA LO QUE TOCA /Ángeles Ascúa y Hugo Padeletti / by Aldo de Sousa

Aldo de Sousa galería
del 1 de diciembre al 15 de enero de 2024
Buenos Aires, Argentina

Los artistas que integran esta exhibición no compartieron un encuentro cara a cara, sin embargo sus obras lo hacen en la sala de Arroyo 858 de la galería Aldo de Sousa.

De manera personal, Ángeles Ascúa se presenta como una ferviente admiradora de los collages de Hugo Padeletti: enaltece la sencillez de sus materiales, se deleita con la síntesis formal que caracteriza las piezas del poeta, aprecia su recogimiento y la imperturbable paciencia para dejar macerar estas imágenes. La inclusión de situaciones humorísticas, por momentos un tono gracioso y la "santafesineidad" compartida añaden capas de sentido a esta reunión, tejiendo una narrativa que va más allá de lo visual.

En un acto de devoción por la obra gráfica de Padeletti, Ascúa construyó una cápsula que sirve como refugio para estas pequeñas obras, por lo cual ésta no es solo una exposición de obras, sino un testimonio de cómo la amistad puede florecer más allá de las convenciones tradicionales y demuestra la capacidad del arte para tejer conexiones que trascienden las barreras físicas. Como lo dijeron dos filósofos cercanos, la amistad predispone una condición para el ejercicio del pensamiento incluso también para la belleza.

"Inventa lo que toca" no solo es un testimonio de este vínculo, sino además una oportunidad para ofrecer a estos trabajos visibilidad pública que hasta el momento les ha sido esquiva. 

El título de esta muestra nace de un poema de Padeletti que empieza así:

Quisiera una textura
más rica. Con el grano
de las rocas, la fibra
de tejidos rugosos, el sarro
de añejos potes, la veta
de las maderas viejas y el dibujo
del envés de las hojas.

y sigue enumerando sensaciones de los rincones más inhóspitos de la vida, una experiencia que // inventa lo que toca

QUISIERA UNA TEXTURA

más rica. Con el grano

de las rocas, la fibra

de tejidos rugosos, el sarro

de añejos potes, la veta

de las maderas viejas y el dibujo

del envés de las hojas. Clara y

encendida bajo el sol como el ala

del aguacil, verdiazul e irisada

como el pecho del colibrí, con grabado

de escamas y pulido de gema.

Fina, con las venas de ágata,

y gruesa, con los grumos del granito.

Recia, con la broza del cáñamo,

y rasa, con el roce de los rasos.

felpuda de tupido terciopelo,

labrada con relumbre de brocado,

con brillo perlado de seda

y arabescos de damasco.

La quisiera correosa como cuero

y quebradiza como mica; maleable

como plomo, oxidable como hierro,

friable como tierra. La quisiera

como cerveza espesa, como graso

chocolate, astringente como té,

suavizante como aceite, quemante,

estimulante, como aguardiente.

Quisiera la aspereza de la lija

y la lisura de la loza, la dureza

del acero y la blandura resbalosa

de los kakis maduros. Como fuera,

apostaría en ella al acertijo

de todo lo que pisa, posa o pesa,

de todo lo que duele, raspa o roza,

de todo lo que cuaja. Un contrapeso

del aire, de la átmosfera, el donaire,

de trucos y embelecos de la boca,

de la mente, que inventa lo que toca. 

Hugo Padeletti.