Lido y el cosmos de Lido Iacopetti / by Aldo de Sousa

Aldo de Sousa galería
del 27 de abril al 16 de junio de 2023
Buenos Aires, Argentina
Curaduría y texto: Florencia Malbrán

Una vieja foto retrata la despensa de un almacén de barrio y, entre salamines y sifones, se ve una pintura en exposición. Es una de las obras que Lido Iacopetti eligió mostrar allí, en esa tienda de alimentos, cuando renunció a los museos y galerías de artehace medio siglo. El artista exhibió en zapaterías, relojerías, jardines de infantes, locales de ropa: espacios ajenos al arte, pero muy próximos a la vida cotidiana, porqueconsideraba crucial que sus pinturas nos alcanzaran a todos.

Iacopetti rompió con los canales habituales por los que circulaba el arte. Mostró sus pinturas en comercios para que su mensaje se difundiera de modo directo y palpable en la sociedad. Esta ruptura lo aproxima a los artistas conceptuales de la época, quienes abandonaron el habitual circuito del arte, evitando exponer en las tradicionales galerías y museos, para que sus ideas urgentes llegaran a las personas sin intermediarios y pudieran impactar decididamente en ellas. 

El artista aseguró: “Asumí la actividad artística como medio de transformación y de liberación y no como forma de egolatría o de especulación individual”. El gran telón expuesto en Lido y el cosmos, plagado de pequeñas formas distribuidas sobre superficies de colores luminosos, descubre cómo nos libera el arte y a qué transformación nos invitan las obras de Iacopetti. Creó un idioma de formas y ritmos que no se corresponden con la realidad empírica, aunque tampoco es totalmente independiente del mundo. Los motivos con reminiscencias de la naturaleza, como células, rayos o estrellas, aparecen ya desde los inicios de su larga trayectoria, y predominan en sus lienzos las líneas curvas quesugieren el vuelo o movimiento estelar.

La pintura Pájaros (1968) parece mostrar la creación de la galaxia. El sol, en el ángulo superior derecho, ilumina un firmamento brillante. En el centro, formas anaranjadasy amarillas insinúan estrellas en formación e invitan a compararlas con las aves en vuelo. Debajo, motivos verdes nos hacen vislumbrar la tierra y su vegetación. En el extremo izquierdo, una serie de círculos rojos enlazados entre sí evocan una escalera al cielo y, a la vez, una cadena de ADN. La pintura El surgimiento (1983) nos remite cuerpos celestes suspendidos en el espacio.

En Iacopetti sucede un proceso, al que él mismo designa como “mágico”, a través del cual el artista somete el mundo a una metamorfosis, en la que cualquier elemento de la naturaleza es depurado de su forma y pierde verosimilitud. Este proceso de cambio nunca es rígido, ni monstruoso, ni está cargado de angustia: sus obras proponen que lasformas y ritmos se expandan y dilaten para expresar la importancia de una vida plena, integrada al universo, cuya armonía no cambia. El cosmos está en orden, en consonancia con su raíz etimológica —en griego, kosmos significa orden— y nosotros somos parte de ese sistema grato, proporcionado, dinámico, de materia y energía. 

Según las propias palabras del pintor, el arte nos llama a reconocer “un mundo habitado por el amor, la libertad, la dignidad, la paz, la alegría de vivir”. Así, el arte logradestruir la desigualdad y la opresión para conducirnos a una sociedad equitativa. En 1969, Iacopetti escribió: “La imagen vital sin conceptualismo de ninguna especie, gesta al hombre vital, libre. La imagen es liberadora, y hacia esa liberación está dirigida la obra”. 

Él pasó días, décadas, pintando en su taller. Se acercó al conceptualismo, sí, pero a su vez puso énfasis sobre el oficio del pintor y la materialidad del óleo, y es este interés el que hace que su obra escape de los paradigmas del conceptualismo (siempre interesado en ofrecer conceptos, información, sin siquiera importar si esos datos se pintaban o no). Estos desacomodos, dentro y fuera de moldes y espacios, revelan a Lido Iacopetti en su tremenda originalidad.